‘Una guía para los nostálgicos’: una noche abrasadora de revelación y redención

Teddy es un hermano de finanzas gay que está de vacaciones en busca de una conexión. Jeremy es un enfermero, recientemente destinado en África Oriental, que se identifica como heterosexual y está buscando un amigo.

En la candente película a dos manos de Ken Urban, “Una guía para los nostálgicos”, estos completos extraños, ambos estadounidenses, se encuentran compartiendo una habitación en un hotel de Ámsterdam de mala muerte. Desde el principio, es obvio que cada uno de ellos esconde dolorosos secretos.

Mientras afuera se desata una tormenta, los dos hombres se involucran en un baile del gato y el ratón, cada uno de ellos sacando al otro de sus historias de traumas recientes. El drama aumenta en intensidad a medida que navegan por un campo minado de intimidad. No es sorprendente que Teddy haga algo con un Jeremy tenso. ¿Podrán estas almas perdidas encontrar puntos en común, o al menos una medida de conexión sanadora?

Sin embargo, algo anda muy mal. La endeble historia de Teddy sobre su amigo Ed, posiblemente bipolar, quien inexplicablemente abandonó la mitad de su viaje, levanta señales de alerta. ¿Eran más que amigos? ¿Y por qué ignora las llamadas telefónicas de la prometida de Ed? Del mismo modo, el relato de Jeremy sobre su amistad con Nicholas, un paciente en riesgo de contraer VIH a quien trató mientras trabajaba en la empobrecida clínica de salud, tampoco cuadra del todo. ¿Fue Jeremy responsable del terrible destino de Nicholas? (Corre el año 2011, aproximadamente en el pico de la epidemia de SIDA en África; en algunos países, los hombres homosexuales son encarcelados, torturados o algo peor).

Bajo la audaz dirección de Shira Milikowsky, la obra hace un hábil uso de flashbacks, marcados por un cambio en la iluminación (diseñado por Abigail Hoke-Brady), donde los actores desempeñan papeles duales. McKinley Belcher III interpreta a Teddy y Nicholas, mientras que Uly Schlesinger encarna a Jeremy y Ed. Ambos actores son de primer nivel, modulan hábilmente oleadas de vulnerabilidad con rabia, al tiempo que delinean claramente a sus personajes.

El escenario realista, de Lawrence Moten III, captura muy bien una habitación de hotel sucia y ligeramente vulgar. De vez en cuando se oye el zumbido de un avión que pasa por encima. Un buen toque es la escena en la que Jeremy intenta salir corriendo y la puerta se abre hacia el exterior, revelando un convincente aguacero, lo que se suma al ambiente siniestro.

Sin duda, “A Guide for the Homesick” es una montaña rusa fascinante y cargada de erotismo que analiza temas de intimidad masculina, integridad y, en última instancia, redención. Desafortunadamente, sufre del síndrome de “demasiado de algo bueno”. En el corto lapso de 80 minutos, la exposición es tan detallada, los giros y los saltos en el tiempo tan numerosos, que la obra se vuelve abrumadora. Es como si Teddy y Jeremy estuvieran compitiendo para ver quién puede contar la historia más desgarradora. Algunos cortes juiciosos permitirían que la pieza respirara y resonara de manera más auténtica.

Al tocar el telón, tanto Belcher como Schlesinger estaban empapados en sudor y parecían exhaustos y atormentados por la emoción, un testimonio del poder del material y su profundo compromiso con sus formidables papeles. La audiencia también parecía agotada.

Una guía para los nostálgicos | Teatro Union Square DR2 | 103 Este 15th St. | $49–$129 |https://www.aguideforthehomesick.com/ | Hasta el 12 de enero de 2025 | 80 min., sin intermedio