RELATO nº 9: “SOFÍA, OMAR, PACO, LAURA Y ANDY”
Sofía tiene 64 años. Tiene su vida más que solucionada. Un matrimonio feliz. Una casa espaciosa y bonita. Dinero para viajar a países que siempre ha querido ver. Y unos hijos con sus vidas hechas. E incluso nietos de uno de ellos a sus espaldas. Es por ellos por los que empezó su labor de voluntaria. Sus nietos están en la edad de comenzar a tener relaciones sexuales. Ella lo sabe, no es tonta y nunca ha tenido mentalidad conservadora. Por eso, un día se acercó a su nieto de 17 años y le preguntó, “¿Jorge, tú te proteges?” Jorge no entendió bien su pregunta en un primer momento, y a los segundos cayó en lo que quería decir. Su cara se puso roja como un tomate. “Ay, yaya, no me irás a dar la chapa con estos temas, ¿no? Yo controlo”, le respondió. Error. Yo controlo no es la contestación que Sofía esperaba. No es la que se suele dar si lo haces. Se sentó a hablar seriamente con su nieto y se horrorizó ante el enorme desconocimiento de las ETS y la despreocupación ante ellas que la juventud tenía. Sintió que necesitaba hacer algo. Buscó información en Internet y encontró una asociación en su ciudad que trabajaba el tema. Se acercó a que le informaran y se dio cuenta (con cierta vergüenza) de todas las cosas que desconocía, pensando que contaba con toda la información. Necesitaba hacer algo más. Acabar con toda esa ignorancia generalizada sobre las enfermedades de transmisión sexual. Poner su grano de arena. Le ofrecieron participar como voluntaria. Participaba en charlas, repartía folletos, atendía dudas junto a las encargadas de la asociación. Se sentía viva. Y día a día era más consciente de lo necesaria que era esa labor. Lo grande que era el desconocimiento. Y conoció personas maravillosas. Como a Omar, un joven nigeriano homosexual que acababa de llegar a España y por fin podía afrontar las relaciones que deseaba sin miedo. Pero de las cuales tenía completo desconocimiento. O Paco, el entrañable sin techo que se acercó pidiendo ayuda a la asociación. No tenía dinero ni medios para protegerse en sus relaciones sexuales, que les contaba con mucho sentido del humor. Pero siempre acababa con infecciones en su zona íntima y tenía miedo de poder tener algo más. Afortunadamente no fue así, y desde ese momento, se iba pasando cada cierto tiempo por la asociación a por preservativos. Laura le devolvió la esperanza de que la juventud se podía preocupar por estos temas. Apareció una tarde con su novia, cogidas de la mano, sólo y simplemente para informarse. No les pasaba nada, ni habían vivido ningún factor de riesgo. Simplemente querían informarse. Y no volvieron más. Pero la persona que más le había marcado, con diferencia, había sido Andy. No era sólo por el hecho de que tuviese el VIH. Durante el tiempo que estuvo allí pasaron personas con todo tipo de enfermedades. Y desgraciadamente, no todos los casos acabaron bien. Pero el caso de Andy era diferente. Porque sintió como si fuese su nieto. Cuando llegó a la asociación, llorando, sin saber qué hacer, le dio la sensación de tener frente a ella al ser más desprotegido del planeta. Y quiso rodearlo con sus brazos y protegerlo. Su novia Evelyn, con la que llevaba 2 años, le había transmitido el VIH. Y los dos se habían enterado al quedarse embarazada ella y hacerse pruebas. Su caso era más sencillo porque tenía el VIH desde hacía menos tiempo. Pero su novia lo había tenido desde hacía varios años sin saberlo, con las consecuencias de ello. Su sistema de defensas estaba por los suelos, por eso últimamente siempre estaba mala. Y encima, ahora, venía un bebé de camino que también portaría la enfermedad. Sofía se implicó con este caso más allá de lo normal. Les acompañó a todos los médicos, a todas las pruebas, a todas las revisiones. Y los meses fueron pasando y la preocupación y los nervios hizo mella en la salud de Sofía. Hoy se encuentra ingresada en el Hospital, por problemas de corazón. Tuvo que abandonar lo que más viva le había hecho sentir en toda su vida. Tuvo que dejar de ayudar a toda esa gente, que ahora echaba tanto en falta. ¿Qué sería de Andy y su familia? El médico le había prohibido hablar con la asociación para que su débil corazón no se alterase. Y una aburrida mañana de hospital, alguien llamó a la puerta. Por ella entró Andy, provocando un aleteo en su corazón. “Hola Sofía, cielo, perdona por no haberte venido a ver antes. Hemos estado ocupados”, dijo Andy. Sofía se tensó, ¿había pasado algo? ¿Estaban bien? Pero la sonrisa de Andy le tranquilizó. En los meses que le había conocido, nunca le había visto sonreír. “Hay alguien que quiere conocerte”, le dijo Andy abriendo la puerta y haciendo señas a alguien para que entrase. Por la puerta, entró Evelyn, con un precioso bebé entre sus brazos. Sofía se llevó las manos a la boca y se echó a llorar instantáneamente. Cuando lo tuvo entre sus brazos y sintió su pequeñita respiración, miró a los ojos de Andy y fue consciente de que tal vez, sin la ayuda que les había dado, ese bebé no estaría hoy allí. Daba igual el estado de su corazón. Su salud había servido para dar vida a la de un nuevo ser precioso. Le contaron que Evelyn estaba mucho más estable y que el bebé tenía muy buena salud. Y todo gracias a ella. El corazón comenzó a latirme más rápido. Tanto que comenzó a dolerle y un enfermero les pidió que saliesen. Pero antes de salir de la habitación, Andy se acercó hasta Sofía, le besó en la mejilla dulcemente y le susurró en el oído, “Vas a ponerte bien Yaya Sofía, tienes un nuevo nieto que te necesita”. RELATO Nº 9. “SOFÍA, OMAR, PACO, LAURA Y ANDY” Ilustración y relato escrito por David Pallás Gozalo. www.facebook.com/lepetitdavidliepoulain https://twitter.com/davidliepoulain https://twitter.com/RelatoT http://mimundoilustradopormi.blogspot.com.es/ DERECHOS SEXUALES UNIVERSALES ya publicados: Derecho 1; Derecho 2; Derecho 3; Derecho 4; Derecho 5; Derecho 6; Derecho 7; Derecho 8